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DIARIOS DE LA OCUPACION

 

22 de mayo

 

        En el Rastro la Gestapo ha hecho un registro en busca de libros prohibidos. Han detenido a dos libreros.

        Me gustan los libros prohibidos porque nunca se llenan de polvo, hay que leerlos rápido.

La gente tiene copia de esas listas de títulos censurados y van tachando según los leen. Puro coleccionismo.

Nadie se atreve a decir de un libro prohibido que sea malo.

 

 

 

19 de mayo

 

            Eliseo me escribe desde Elche para contarme que le han publicado un cuento en una revista. No le pagan nada.

            Se trata de un yonqui que asalta un chalet y mata a los dueños.

            Puede que al escribir ese cuento Eliseo estuviera pensando en los editores de la revista que no le pagan.

            Sentirse un desposeído hermana mucho, incluso uno se hermana con los personajes de ficción si se siente demasiado desposeído.

            Eliseo escribe un relato donde el personaje me escribe una carta desde Elche...

 

 

 

16 de mayo

 

            Mi vecina se levanta temprano y canta. Lo hace volcando medio cuerpo fuera de la ventana para tender la ropa sobre el patio de luces. Tiene dos pechos enormes que le cuelgan y se le ven por el escote mientras tiende la ropa y canta.

            A veces basta una sonrisa amable para alegrarle a uno el día.

            Lástima que todas las risas de su boca se las coma el chico de la panadería cuando sube a su casa con el reparto.

            Su marido está contento de comer pan blando cada día.

 

 

 

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15 de mayo

 

     A las palomas se les ha prohibido cagar sobre el mausoleo de mármol blanco de Hitler en Berlín. Es el sistema del Estado de Derecho, respaldar cada decisión con una Ley. Sin embargo, aunque ahora haya una ley que prohiba cagar a las palomas sobre el mausoleo blanco de Hitler, eso no hace más justa la prohibición para las palomas, que ni siquiera saben leer.

     La ley limpia nuestras conciencias porque justifica nuestros deseos. Al que mata a las palomas que se cagan le da igual, él sólo obedece órdenes.

 

 

 

 

8 de mayo

 

Paco estaba fregando el suelo cuando he entrado en el bar.

Me ha pedido que esperase en la puerta. Así no se trata a un cliente.

     Hoy no desayuno porque tengo mucha dignidad y orgullo. Es domingo, la tienda está cerrada y solo tengo medio litro de leche cuajada en la nevera.

      He pensado ir a otro sitio pero eso borraría mi dignidad y mi orgullo, me haría olvidar que tengo hambre por despecho. Además, esta dignidad y orgullo son sentimientos muy baratos, me ahorran dinero. Aprieto fuerte el puño en torno a una moneda, si la hiciera saltar en el aire sonreiría pero tiene hambre y prefiere quedarse en el bolsillo...

 

 

 

 

4 de mayo

 

            Han levantado los adoquines de las calles.

          No se trata de una revolución, son las obras del metro. El espíritu humano ya no se revela.

          Yo he cogido dos adoquines del suelo. Tampoco ha sido rebeldía, al contrario: es para sujetar en casa los libros.

 

 

 

 

 

  

3 de mayo 

          

            A veces me preguntó quién era Julia.

            Ha pasado poco tiempo desde su detención y ya apenas me acuerdo.

            Sé saltar cuando alguien me ordena que lo haga. Lo del olvido es cosa mía, pero el olvido me protege del cansancio de mis pies y de la sonrisa que emborrona mi obediencia.

 

2 de mayo

       Cuando un verdugo se convierte en víctima, todo el mundo le considera una víctima.

       Sucedió con Himmler en el 62 cuando enfermó de alzeimer. Todos decían de él: "Pobre, ya no se acuerda de nada"

       La enfermera que le cuidaba, que era judía, tampoco.

 

29 de abril

 

 

   Paco me confiesa que a él le gustan las mujeres de piel negra y yo le he contestado que a mi me da igual.

   Ha intentado convencerme explicándome las ventajas de una piel más dura y unos pechos más firmes. Después de intentar racionalizar su preferencia, me ha dicho, en definitiva, que le daba morbo verse tan blanco en medio de la oscuridad....

   Yo estaba en la barra con un café con leche y lo cierto es que no me lo he tomado a gusto cuando he asociado la mezcla de café y leche a lo que Paco me contaba. Es como sujetar la taza y ver a Paco con los pantalones bajados y el culo blanco echándose encima del café.

   Le he repetido que a mi me da igual y él ha vuelto a insistir con que son mujeres que tienen muchas ventajas.

- Paco, lo que a mi me da igual son tus gustos en la cama.  Ponme un té con limón...

 

26 de abril

 

      Una lata de atún. El mundo es estrecho y circular, comprimido en su interior y rebosante de aceite. Pesadilla de un pez sin océano y que ahora es pescado. El universo de los sueños es la extensión de una barra de pan blando, con tomate  y olivas. Estoy contento. Aprieto el bocadillo y el mundo cede satisfecho a la fuerza de mis dedos, como si el pan blando asintiera y se mostrara conforme con la sonrisa de mi hambre.

En ocasiones, me duele la ambición desmedida de algunos. Me mancho la camisa de aceite, no me importa si con ello limito el mundo a la medida de mis necesidades.

La ambición de los otros es todo lo que queda fuera de la mancha porque esa mancha ahora roza mi piel.

 

25 de abril

 

Control de la Gestapo en la Gran Vía.

        Me gusta dar un rodeo cuando quiero enviar una carta. Es como si con ello hiciéramos juntos parte del camino hasta el destinatario.

Le había escrito a Eliseo para recordarle que en su novela tenía que añadir más apasionamiento porque la rutina nos vence con mirar por la ventana. Yo hace tiempo dejé de escribir, porque me basta con contarme cada día los dedos de la mano. No es una exageración, estaba escribiendo una novela en la que el personaje se levanta y comienza a contarse los dedos de la mano y tenía seis. El problema era que volvía a contarlos y eran seis. Cuando llevaba escritos unas cien hojas, el personaje comenzaba a pensar que no importaba tener seis o cuatro. Las utilidades de tener seis dedos le ocuparon unas cincuenta páginas. Pensé que al final se daba cuenta que tenía cinco, o bien que después del cuatro venía el seis... Aquella novela mía no hubiese tenido editor, por eso le aconsejaba bien a Eliseo.

   Cuando la Gestapo me pidió la identificación, me resultó extraño ver mi nombre en manos del agente. Suele ocurrir que la irracionalidad todo lo transforma, e incluso mi foto parecía la de un hombre aún más mayor y más cansado en manos de él. Conté seis dedos en su guante. Ese hubiera sido un buen final para mi novela, quizá deba retomarla. Rompí la carta para Eliseo.

 

 

 

22 de abril

 

      Mi gabardina la he guardado en el armario.

     Mi gabardina ha secado la lluvia de todo el año. Contiene tormentas y rocío en el forro. Contiene pasos perdidos y citas malogradas en el hueco del ojal.

     Mi gabardina conserva, de año para el otro, un pañuelo blanco en el bolsillo porque siempre estoy a punto de rendirme.

     La he guardado en el armario y he salido para ir a casa de Enrique. Hace sol en Madrid, aunque puede que esté lloviendo en otro lugar, quizá en el interior del armario, puede que llueva dentro de mi gabardina ahora.

     Nada me protege ya de la lluvia, ni siquiera este sol radiante.

18 de abril

     Se que mi vida es absurda, pero comprenderlo me ha costado muchos años y me ha otorgado plena libertad. Ahora tengo la libertad de hacer lo que sea sin miedo a empeorar mi vida.

     Veo una cucaracha en el suelo de la cocina y lo único que me impide seguirla es que yo no quepo entre las grietas de la pared.

 

17 de abril

 

          Ayer abatieron a cincuenta insurgentes en Cáceres, a continuación informan de la necesidad de subir el precio del pan. Extraña asociación de imágenes e ideas que compone el noticiario de la televisión... Lloverá hoy... Puede que se liberalice la subida de las hipotecas... Crimen pasional en Almería, ella no le quería a él, imágenes de la víctima tapada con una sábana ensangrentada... Una concentración del Partido en Albacete pone el punto final al telediario. Apago el televisor.

            Ahora miro por la ventana: una mujer pasea por la acera con un perro sujeto por una cadena... El perro mea en la farola... Ahora llueve... El agua diluye el rastro de los orines sobre la acera...  Dos policías de uniforme caminan deprisa camino de alguna parte... Sigue lloviendo...

           Cuento los dedos de mis manos. Son diez, como siempre. Nunca sucede nada nuevo. Me meto un dedo por la nariz, desaparece...

 

 

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15 de abril

    Esta vida ya no parece mi vida. Ni siquiera parece vida para nadie.

   Por las mañanas, cuando me anudo las cordoneras de los zapatos, miro hacia abajo y pienso en lo sencillo que sería dejarse caer. Cerrar los ojos y no buscarle sentido a la gravedad ...

   

12 de Abril

 

Al doblar la esquina he sentido unas ganas irrefrenables de salir corriendo.

Algo instintivo, como cuando ves un agujero en la pared y metes el dedo. Bueno, puede que esas cosas sólo se me ocurran a mi.

Lo cierto es que he salido corriendo y detrás alguien me ha seguido. La travesura se ha convertido en pánico porque he temido fuese la Gestapo. Correr más aún, pero por necesidad.

He imaginado que me pegaban un tiro por la espalda y me sentido libre al ver un autobús en la parada. Subo al autobús y me siento. El que me seguía también se sienta enfrente y me sonrie.

-Casi perdemos el autobús

-Y la vida... –le contesto

 

10 de Abril

 

            Paco me cuenta que ha encontrado en su bar una gabardina tirada en el suelo del retrete de caballeros.  No tenía documentación, salvo un billete de tren a Lisboa. El tren sale a las diez de la noche desde Chamartin. Clase turista, en la que uno pasa más desapercibido porque los Policías siempre viajan en primera. Llegaría a la estación del Chiado a las nueve de la mañana.

            A Paco ese billete le ha hecho soñar. Dice que siempre le ha gustado ver el Atlántico, que su plan sería viajar sin equipaje y al llegar ir caminando hasta el puerto, que después regresaría y nunca le contaría a nadie que ha estado allí.

            No he querido decirle que en Lisboa el único puerto es el del rio Tajo. A las nueve y media ha cerrado el bar.

            La desembocadura del Tajo en Lisboa es inmensa. Puede que regrese y nunca sepa la verdad. La verdad tampoco nos hace felices