8 de julio
He ido a casa de Enrique, pero no estaba en casa.
Al volver, paseando por la Gran Via, he visto junto a los calabozos de la Gestapo a un anciano que sujetaba un cartel muy curioso: “Artista de circo. Lanzador de cuchillos. Tengo hambre”.
-¿Lanzador de cuchillos? Le salió el tiro por la culata, más puñaladas da el hambre...
Me ha parecido una frase muy ingeniosa. Al mendigo le temblaban las manos, debió fallarle el último lanzamiento a la chica girando atada a la ruleta. Con ese remordimiento suyo más vale no gastarle bromas.
De todas formas, creo que era mentira lo suyo porque tenía pinta de payaso.
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