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DIARIOS DE LA OCUPACION

 

1 de Septiembre

 

        Mi portera ha subido para regalarme dos sardinas. Resulta que su nevera está rota y además hoy se va a comer a la casa de su hermana. Tiene el rimel corrido.

        Su hermana vive en Vallecas. Después de los bombardeos del 45 quedó a la altura de los cimientos, pero la gente levantó chabolas. Ahora dicen que es una barriada con problemas de alcantarillado porque los anarquistas y los del estraperlo han cerrado los túneles de desague para utilizarlos de escondite. A mi portera le gusta utilizar el baño de la hermana porque dice que así fastidia a esos indeseables sobre los que deja caer sus miserias. Supongo que estamos todos locos.

        Son dos sardinas. Le doy las gracias. Cuando cierro la puerta, las tiro a la basura. Huelen mal. Un bocadillo de salchichón está bien para hoy.

        A mi portera no la quiere nadie, por eso estaba tan contenta de que hoy su hermana la hubiera invitado a comer. Las sardinas estaban podridas, ya digo, pero ella necesitaba una excusa para contarme lo de su hermana. Me provoca cierta ternura su ingenuidad, pero me fastidia tener ahora que bajar al contenedor la bolsa de basura porque el pescado huele mucho.

 

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